Lento y espléndido
crece el cielo
crece el aire
crece el árbol de los frutos calientes
henchidos por tus manos y tu sangre.
Un perdurable camino se disipa
en los muñones ciegos que trepan lsu corteza.
Cuando sonríes el árbol se abre en casas,
escaleras, pasarelas, maderas que se derraman
en columpios que puedes cabalgar por la tarde
seda de dos costados, niña de mi esperanza.
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