larga y extensa utopía
Tu cuerpo de cereal, tu pelo de avena
almibarada por un rumor de encajes y de ensueños:
Llena del sedimento loco del que te concibió y te trajo
a este lugar de albumina, de rubores, de amores atrapados
de astros que se miran como caciques coléricos
y quieren sacar el hacha de las quimeras para degollarse,
para morir en ti y por ti, al pie del anclaje de tu ropa:
hacer enclave donde militas, balbuceando ante tu mirada
sin el voto secreto de los que hacen celibato:
Aullando, dando gritos, cayendo en un mar sórdido
sólo para llamarte la atención y decir: " estoy aquí "
Tú la bella, la indómita, la predestinada, la eterna
a llenar con tus encantos y tu amor los ojos que te contemplan,
a hacer ladrar al hombre envuelto en sus pasiones
hasta que se precipite hacia la muerte en una estepa mustiaEres la que me hace desvariar por los llanos de la no complacencia:
La escultura tallada en carne y en hálitos de susceptibilidad,
ante la que me reconozco como un diminuto alfeñique
y no puedo pensar en algo más alto sino en tus labios constelados.
Yo, del basalto, de las quebradas piedras, de la arena raída:
Daría la vida que me queda por considerarte mi prójimo y amante
y derramarme, como petróleo sucio, a tus pies de alborada
buscando las sendas en que pueda asirte con mis despojos y ruinas
como un ángel más arriba del ángelus último,
como aquella que trepó y enamoró con sus cantos al Buda.
Terreno de raíces, alas, bulbos, plumas elásticas:
Lugar donde puedo escalar hacia tu ser ceremonioso.