en el ser azuzado de tu agua:
Corre por los corredores de tu boca
precipítate por tus ríos internos
Mana de ellos salvaje, depurada,
con una concepción de agua profunda:
Renuncia a no mojarme con los ojos,
niégate a no empaparme con tus manos
Cae en mí, siempre creciente, ríada
afluente cadenciosa sobre un páramo.
Catarata de faldas cristalinas
de extremadas uñas amoladas.
He aquí la hora en que insólito busco
tu pecho de turbión, tu cresta negra
la cadera en detalle decantada
el armiño de ambos hombros vistos:
Alrededor de mí revuélvete y ahógame con la furia infinita de la ola pasionaria
Ven definitiva, como de medianoche
a bailar sobre mí, azul precioso.
Quédate como estrella adamantina, retraete
a dar en mis costas y romperme del todo
Furia entre dientes, con la que cortas almas
ven a mi con tu furor que eclipsa y que libera.
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