donde la hora resbala
hacía tu cuerpo de lumbre,
a tu roja cabellera,
a tus pechos calentanos.
Tu cuerpo: constelaciones
que se miman: espejeos
de mi mirar turbulento.
Te busca el azul y el verde
de la tinta del segundo
para rasguñar el nido
que se percibe en tu vientre:
Mutilados los jadeos
del viento y de sus volúmenes
que te merodean ciegos
y en aullidos dilatados
lloran sus predicamentos
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