Esta tarde se mueve junto con las lloviznas,
las sílabas se las tragan en un mordisco húmedo.
Del fondo de todos los verdes, nace el paraje
ante el vibrato tranquilo de un solo insuperable.
La manigua se cuela por encima del vértigo,
cayendo hacia unos suelos que siempre absorben sorbos.
El infinito oscuro va perdiendo volúmenes
mientras cada astro seco se engendra en su quimera.
Las estrellas titilan como los albedríos
que suelen despeñarse en sus egos tremendos.
Mis ojos sueñan pero las constelaciones se les anticipan
y bajo todos los astros, algunos me describen:
Soy tan sólo una fórmula enclaustrada en la cláusula
que quieren escindir los mares de la noche.
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