Los continentes se pueblan
de hembras color canela,
que, de mañana en mañana,
salen para las iglesias.
Tienen sobre ellas mantos
con encantos delicados:
Las ve el bizco y se relame
de sus muslos de apamate.
Ellas son de diadema bravía
y les dirigen su canto
los que esculpen poesía
y hacen versos en relámpagos
junto a una cofradía
situada al sur, quizá al norte,
de la verde Andalucía.
Pasos de nobles serranos
suelen perseguir sus manos
y el besuquero las busca
para tomarles la zurda
y llevarlas a Almuñecar
y mezarle las melenas.
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