Por toda rendija
entra en saltamontes:
Se mete también en mi mochila.
Sus ojitos enormes encuentro en mi lonchera
y quiere masticar lo que coció mi madre.
Lo he visto meterse debajo del pupitre
y asustar a la maestra despeinada.
Siento su cri cri alegre cuando estoy en mi cuarto
y no sé por qué se anida en mi cuaderno.
Es un bichito al que le falta amor.
Pequeño saltamonte: ven para que brinquemos.
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